lunes, 7 de junio de 2010

¿Por qué va a ser Lolo declarado Beato?


La inexplicable curación de un niño de dos años es la clave de todo el proceso.

Hace unos días me encontré con unos amigos por la calle. Comentando varios temas, surgió la conversación de la beatificación de Lolo. Habían escuchado en una emisora de radio que iban a beatificar a una persona de Linares. Y no conocían bien de quien se trataba. Cuando les dije algunos aspectos de la personalidad de Manuel Lozano Garrido, uno de estos amigos me preguntó: «¿Y por qué la Iglesia lo va a declarar beato?» Es una buena pregunta, porque las ceremonias de beatificación no son habituales y surge la curiosidad de conocer cuales son las razones para que una persona sea reconocida de esta forma oficial por la Iglesia.

Yo siempre he creído que hay muchos más santos de los que conocemos y que oficialmente figuran en el santoral de la Iglesia. Los santos y beatos que celebramos todos los días son los reconocidos oficialmente como tal por la Iglesia católica, pero hay una gran cantidad de personas que aunque no han sido beatificadas ni canonizadas gozan de la gloria de Dios por la santidad de su vida. En el caso de Lolo podemos hablar de una persona que se entregó por completo a Dios, en su dimensión evangelizadora a través del periodismo y viviendo con alegría en medio de su dolorosa enfermedad.

Para que una persona sea reconocida por la Iglesia como beata y posteriormente santa debe vivir con radicalidad su condición cristiana. Debe vivir heroicamente las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad. Por eso la Iglesia manifiesta su deseo de que esa vida sea conocida por todos y pueda ser un modelo de seguimiento fiel del Señor Jesús. En definitiva, beato y santo es aquel cuya vida se ha caracterizado por un amor a Dios sin reservas y una capacidad de servicio hacia los hermanos. Y esta vida se propone como ejemplo y modelo para todos.

Un periodista que acababa de conocer la vida de nuestro querido Manuel Lozano Garrido me comentaba hace unos días que le parecía muy triste que personas como Lolo no fueran más conocidas en nuestra sociedad. «Donde tantos modelos cutres y negativos de egoísmo, derroche y superficialidad campan a sus anchas por los platos de televisión, hay que hacer todo lo que podamos para que la gente conozca que hay personas tan impresionantes como Lolo», me decía. Y de esto se trata, de difundir la figura, los valores y las actitudes que han hecho de Manuel Lozano un ejemplo de vida para creyentes y no creyentes.

Fue allá por los años ochenta del pasado siglo cuando un grupo de amigos de la Acción Católica de Linares se reunieron con motivo de la celebración del centenario de la fundación de la parroquia de San Francisco de Linares. Comenzaron a hablar de Lolo, una de las figuras más extraordinarias de este movimiento eclesial, cuya vida había calado profundamente en todos los que lo conocieron. Y surgió la pregunta: «¿por qué no iniciamos su proceso de canonización?». Tras muchos trámites, problemas e ilusiones, la Asociación de amigos de Lolo va a ver cumplidas sus esperanzas este próximo doce de junio.

El milagro, que es imprescindible para la beatificación, fue sorprendente. Un niño de 2 años, enfermo de sarampión, agravó tanto que degeneró en peritonitis. Fue intervenido, pero a los pocos días la enfermedad degeneró y fue necesaria una nueva intervención. El niño pasó de catorce kilos de peso a siete y no respondía a los fortísimos tratamientos antibióticos. Se esperaba su muerte inminente. La colocación bajo la almohada de su lecho en el hospital, del crucifijo con el que oraba Manuel Lozano le supuso una curación completa de la que no ha quedado secuela alguna. Este niño, Rogelio de Haro Sagra, vive ahora en Valencia, y es a sus cuarenta años, un feliz padre de dos hijos y en espera del tercero.

Antonio Garrido de la Torre, 07/06/2010