domingo, 25 de septiembre de 2011

Los seis sentidos de Lolo

No nos hemos equivocado en este planteamiento, seis sentidos y no cinco. Este artículo nos va a presentar una faceta de los sentidos que creo nos lleva a ese sexto sentido que pronto vamos a descubrir y del cual Lolo fue portador.


El sentido de la vista.
Lolo comenzó a quedar ciego a principio de los años 60, acabando sus días en 1971 totalmente ciego.
A pesar de ello Lolo por medio de Lucí y de sus amigos veía pasar el mundo compartiendo con ellos sus ojos por los que veía.
Pero una gran visión se fue apoderando de él: la visión interior de la persona con Cristo por medio de esas interminables conversaciones en su mesa camilla.

El sentido del gusto.

La enfermedad paralizó sus mandíbulas teniendo que romper unos dientes para, por entre ellos, injerir los alimentos triturados que Lucí le iba sirviendo. Ello hizo que el gusto quedara totalmente atrofiado.
Ello sí, cuando Rafael Higueras y los sacerdotes que le repartían la comunión, Lolo saboreaba a Cristo en todo su ser degustando ese momento íntimo con el amado.

El sentido del tacto.
La artritis reumatoide que le iba destruyendo, acabó por inutilizar sus manos, entrada del tacto a nuestro cuerpo. Lolo dejó de percibir la aspereza de la vida, así como la suavidad del amor. Perdió la posibilidad de sentir en lo físico, pero aumentó el sentimiento espiritual de la persona que le llevó a un trato más que físico con Dios.

El sentido del olfato.

No hay dos sin tres y en el caso de nuestro amigo llegó la cuarta. El olfato acaba atrofiándose. Para él solamente hay una percepción olfativa, que es  ese olor de santidad que va desprendiendo su cuerpo y que impregna a todos los que se acercan a él sin que  se dé cuenta de este hecho tan importante hacia los demás: Lolo se convierte en incensario de Cristo hacia los demas y vaso catalizador de la gracia de Dios.

El sentido del escuchar.

Normalmente hablamos del oído, pero pocas veces hablamos de saber escuchar a los demás; aunque Lolo ya iba perdiendo audición en sus oídos, nunca llegó a perder el deporte sano de saber escuchar. No solamente a los hombres, sino  también a las palabras que Dios trasmitía dentro de su corazón y que compartía con todos por medio de sus escritos.

Y ahora el sexto sentido de Lolo…

ese sentido que en muchas ocasiones olvidamos por tener tan despiertos los demás; un sentido que deberíamos  potenciar más los que nos llamamos cristianos y que dejamos olvidado dentro de nuestro libro de rezos: el sentido que en sí da sentido a la vida, EL AMOR
El amor hacia los demas y hacia Cristo sabiendo compartir entre todos esa cruz de la vida, que en apariencia puede ser tosca, pero que en su interior es bella como la mirada de Dios.
Ignacio Segura Madico (Vicepresidente de CECO), 19/09/2011