Manuel Lozano Garrido
“Enfermos Misioneros”. Mayo 1962, n°59
“Enfermos Misioneros”. Mayo 1962, n°59
LA LLEGADA
Bien venido. Sí, te esperaba. Desde que llegaste y has empezado a colocar las cosas en la mesita de noche, ya supe que nos entenderíamos. Llegar a un hospital es siempre una circunstancia de preocupación y de tristeza. Aquí estoy yo, tu cama de enfermo, para ayudarte en estos momentos a dar sentido a tu vida, a aligerar tus preocupaciones y miedos, abriéndote un horizonte de esperanza.
COMO UNA FAMILIA
Verás. Entre tú y yo habrá desde ahora una relación muy estrecha. Al fin te alejarás, pero el recuerdo de estos sucesos quedará grabado siempre en tu memoria. Mucho antes de que vinieras a la sala, ya me llegaron tus noticias cuando la hermanita estuvo colocando las nuevas sábanas. Ahora te recibo con la más sincera cordialidad, porque sé que vienes sufriendo y más aún sufrirás en estas fechas. Estoy aquí para hacer tu dolor lo más leve posible, y mi amistad, por tanto, te la ofrezco como una ayuda.
Es curioso: los dos nos compenetramos tanto en estos días que al final me desgarrará la separación. Sucede siempre lo mismo. Antes que tú, durmió aquí un hombre que padecía de unos tremendos dolores de nefritis. El sucedió a un niño al que tuvieron que operar de apendicitis y éste a un viejo con hernia. Con anterioridad, estuvieron un muchacho con úlcera, otro con endocarditis y así sucesivamente. Uno era conductor y trabajaba en una empresa de transportes de la ciudad. Otro, estudiante de bachillerato, y hubo uno que vino de cierta aldea, donde se encargaba de las faenas del campo. Con distintas fisonomías y enfermedades, con diversas procedencias y ocupaciones, puedo decirte que un algo muy sincero y emocionado los unió a todos aunque no se conocieran, como si formaran una sola familia. Me cabe la alegría de saber que yo fui el lazo de unión y estuve en esa fraternidad y en esos sentimientos fervorosos que vivieron todos en su día. Voy al grano y te digo lo que de común hubo entre aquellas criaturas: todos sufrieron en una cama.
IGUALES PERO DISTINTAS
Mírame despacio y mira, también, a las demás camas de la sala. Como verás somos todas idénticas, con el mismo metal, la misma forma, la misma pintura. Salimos juntas de la fábrica, hicimos e1 mismo itinerario y aquí estamos, a la vez, alineadas en esta inmensa habitación. Lo que a mí me da un sentido especial es que soy una Cama Misionera.
Una Cama Misionera es una distinción que me honra a mí y a todos los que conmigo se relacionan. Desde que Cristo sufrió, el dolor es santo y valioso, salvador y fecundo. La salvación que Él nos trajo es para todos los hombres y de todos los tiempos, pero también nosotros tenemos que estar presentes en la ofrenda, como cuando se quiere hacer un regalo de boda a un compañero y pagamos a escote la caja de cucharillas.
Aunque los méritos de uno sean escasos, Cristo junta los suyos y a ver quién puede decir que nuestro dolor no sea ya oro de catorce quilates.
Sobrellevar una prueba, o no rebelarse contra los sufrimientos del día, supone un mérito del que Dios dispone para bien de otras criaturas de la tierra. No es de extrañar, porque todos los hombres estamos misteriosamente unidos para el bien y para el mal. Uno amasa y cuece el pan y los otros lo comemos. Explota una bomba de varios megatones y la radiactividad amenaza a todos los mortales.
LÁPIZ ROJO
En tu vida, hoy ha ocurrido una peripecia dolorosa. Dentro de cuatro días, una semana o un mes, regresarás a casa con la hoja de curado en el bolsillo. Desde este momento te doy la enhorabuena. Sin embargo, tienes que pensar que cualquier dolor es un tesoro y el tuyo no se debe despilfarrar.
Con unos cuantos días de hospital se puede ayudar a muchos que no te conocen. Soportando una fiebre, reteniendo una queja, sorbiendo medicinas y aceptando pacientemente todas las contrariedades, se puede lograr que alguien alcance la fe, dar nuevas energías a un misionero, consolar a un triste, transformar este mundo... Aunque no veas esto, no por eso deja de ser real, como la existencia de París o de Estocolmo.
Esto es lo que vengo a recordarte como Cama Misionera. Muchos sufrieron en mí, con amor y esperanza. Hoy el relevo está en tus manos.
AÚPA
En realidad no es nada de extraordinario lo que tienes que hacer. Cuando te despiertes, procura dar sentido a tu vida de enfermo, aceptando el cupo de sufrimiento que la bondad y sabiduría de Dios ha destinado para ti. Notarás una inmensa alegría.
Luego, cuando te lleguen los momentos difíciles, te cerque el pesimismo o te oprima el dolor, levanta tus ojos al cielo y haz de ti mismo ofrenda generosa. Ahora y entonces puedes estar seguro de que todas las criaturas que te antecedieron y las que te sucederán están presentes en tu oración y que toda esa entrañable familia se arrodilla contigo a los pies de Dios, pidiéndole la salvación de todo el mundo. Nadie vive para sí sólo y nadie muere sólo para sí. La soledad nada tiene que ver con una Cama Misionera.
¿Me conoces ya? ¿Te negarás a esta maravillosa aventura de ser misionero por unos días? De una Cama Misionera puedes desentenderte fácilmente; bastaría con que no aceptaras el encargo, pero ¿serás tan duro como para negarte a la compasión cuando tú mismo estás viviendo unos días de enfermedad?
¡Adelante, amigo!
- PENTECOSTÉS: JORNADA DE LOS ENFERMOS POR LAS MISIONES
La conquista del Mundo por el mensaje de Cristo es una conquista espiritual. - PERO LAS VOLUNTADES SE MUEVEN Y SE GANAN POR CAUCES MISTERIOSOS
He aquí el criterio que nos da S. Pablo:
«Escogió Dios lo que parece débil en este mundo para confundir a lo que es fuerte y las cosas que para muchos no existen, para desbaratar las que son, al parecer, más grandes» (I Cor. 1, 27-28.) - EL MUNDO SE SALVA POR LA GENEROSIDAD DE LOS QUE SUFREN CON AMOR
Si conoces a alguien que padezca una enfermedad de larga duración, no te cruces de brazos. PUEDE SER ÚTIL, santificando su dolor y viviendo el ideal apostólico de la Unión de Enfermos Misioneros.
www.amigosdelolo.com, 21/08/2011